10 de junio de 2008

Ideogramas

Si a la fecha uno busca en Google el término “ideograma”, el primer enlace que aparece es el de la correspondiente entrada de Wikipedia, la cual —antes de referirse a los kanji japoneses o chinos— dice que un ideograma, en términos generales, es “una representación gráfica de una idea”.

Las ideas de Bárbara Cassin acerca de Google se representan en un libro titulado Google-moi: la deuxième mission de l’Amérique (Googléame: la segunda misión de Estados Unidos; FCE-Biblioteca Nacional, Buenos Aires, 2008, 159 páginas). Si en las páginas web de Argentina uno busca “Bárbara Cassin”, lo primero que Google nos muestra es una entrevista que Página/12 le hizo a esta filósofa francesa.

En esa entrevista, entre otras ideas, Cassin expresa:

1) “Hay una inmanencia en la web, ese ‘ustedes’, y una trascendencia, un Dios de la web, que es el Google. Este Dios, que organiza la web, puede irrumpir en cualquier momento para cambiar la modalidad de organización, redefinirla a partir de nuevos hechos, y efectivamente lo hace”.

2) “‘Para entender el Google, me sirvió saber filosofía griega: el motor general de búsqueda, que recorre toda la web visible en un mes, cumple la primera función del logos, que es recolectar datos. La segunda función es elegir, clasificar, lo que en el Google se llama indexación. Pero esta indexación se efectúa por el análisis de las demandas de los navegantes, y esto tiene varias consecuencias’, no todas deseables".

A
la fecha —y tomando para cada palabra la primera opción indexada por el buscador de imágenes de Google Argentina—, la primera de las dos ideas de Cassin aquí citadas se representa en el siguiente ideograma [clic sobre la imagen para ampliarla]:

De rehacerse este experimento más adelante, este mismo ideograma —¿consecuencia deseable o no deseable para Cassin?— iría variando en función del crecimiento de referencias cruzadas en la red, del aumento continuo de imágenes subidas a ella, de la retícula general y el reencuadre que para cada imagen elija quien lo arme (en este caso, libres decisiones mías), de lo que los usuarios de Google vayan señalando como “de interés” a fuerza de sumar clics sobre ciertos enlaces y, sobre todo, de lo que los dueños de Google decidan favorecer en los primeros lugares de cada búsqueda para así orientarnos en la representación de lo que, a pesar de todo esto, seguiremos llamando “nuestras propias ideas”.

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